1. Garantizar los medios humanos y materiales suficientes en los centros sanitarios –urbanos y rurales– para diagnosticar y atender a pacientes por coronavirus. Es urgente poner en marcha medidas de contratación de personal y de compra de material para que las personas enfermas puedan tener una asistencia adecuada y para garantizar la salud y el bienestar del personal sanitario que está expuesto de manera especial en esta crisis.
2. Aumentar el presupuesto para la sanidad pública que garantice que esta sea universal y de calidad: es necesario más personal sanitario, con mejores condiciones laborales, más camas, más medios, más y mejores servicios auxiliares que puedan atender a toda la población, sin distinción de su clase social o procedencia. La partida de sanidad de los presupuestos de 2020 debería incrementarse al menos el 7 % del gasto público con el fin de alcanzar el 15 % al final de la legislatura, para recuperarse así de todos los recortes que la sanidad pública ha sufrido.
3. Revertir los procesos de privatización y externalización de la sanidad y del trabajo social en todos los niveles administrativos, porque la atención primaria en un sistema de salud público financiado y provisto públicamente es la ruta más adecuada para garantizar el derecho a la atención universal y de calidad de la salud. Asimismo, exigir a los seguros y hospitales privados que asuman el coste del tratamiento del coronavirus, para que la sanidad privada se corresponsabilice de los enormes gastos que hasta este momento solo ha soportado el sistema de sanidad público y no solo sea partícipe del reparto de beneficios.
4. Asegurar servicios públicos de calidad. No solo la sanidad, también la educación, el transporte, la energía y el abastecimiento de agua son necesarios para hacer frente a una crisis de estas dimensiones. Por ejemplo, es necesario reforzar el sistema de transporte público para que metro, trenes y autobuses no vayan saturados de gente y se minimicen los riesgos de contagio.
5. Garantizar los derechos laborales, la protección social y la atención sanitaria de las personas trabajadoras, especialmente aquellas con contratos precarios (tales como falsos autónomos, contratos de cero horas o economía a demanda), que son quienes cargan con el mayor peso y riesgo de la crisis causada por el coronavirus.
6. Facilitar las ayudas a familias a cargo de niñas y niños durante todo el periodo de cuarentena escolar: apoyo financiero, bajas por cuidados con el 100 % del salario, reducción de la jornada laboral con el salario completo, medidas para garantizar la corresponsabilidad en el trabajo de cuidados y que estos no recaigan solo en las mujeres, etc. Además, facilitar ayudas a personas mayores que no cuentan con cuidados familiares y no tienen recursos para contratar ayudas profesionales para cuidados domésticos.
7. Aliviar la precariedad asociada al impacto económico de la crisis: regular el alquiler, suspensión del pago de las hipotecas e implantación de la renta básica.
8. Implantar medidas de protección a pequeños comercios, pequeñas empresas y a personas en régimen de autónomos, que son las que ya están viendo un impacto en sus economías. Fomentar el comercio de barrio y los canales cortos de comercialización para abastecerse y dar apoyos fiscales a pequeñas empresas que hayan sufrido el impacto de las medidas.
9. Garantizar información fiable y que las medidas no afecten a las libertades políticas. La población ha mostrado un alto grado de responsabilidad y es importante que la crisis no vaya en detrimento de derechos políticos conquistados durante siglos.
10. Aumentar los ingresos del Estado a través de medidas fiscales que repercutan a las grandes fortunas y aumentando la lucha contra la evasión fiscal. De ninguna manera se deben aprobar medidas como rebajar impuestos a grandes empresas, pues supone socializar las pérdidas de quienes han privatizado sus ganancias. Son quienes más se han lucrado del modelo de la globalización (responsable de la expansión del COVID-19) quienes más tienen que contribuir económicamente a paliar la crisis.
11. Disminuir aquellos gastos del Estado que son fuente de insostenibilidad y no repercuten en la calidad de vida de las personas: grandes infraestructuras de transporte (desdoblamientos de autopistas, ampliaciones de aeropuertos y puertos, etc.), gasto militar (la crisis del coronavirus deja claro que la seguridad no reside en el gasto armamentístico, sino en unos buenos servicios públicos), subvenciones a líneas aéreas y rescates de autovías o bancos.
12. Instar a la Unión Europea a poner fin a las políticas de austeridad perjudiciales para la salud y a suspender los acuerdos comerciales con terceros países que incluyen los servicios de salud y la seguridad social en los capítulos de comercio de servicios y contratación pública.
13. Exigir a las empresas farmacéuticas que hagan público los avances de sus investigaciones y posibles curas al coronavirus de manera más rápida. El gobierno debe adoptar medidas para abolir el sistema de patentes de medicamentos y presentar una iniciativa en la Organización Mundial de Salud para que en todos los países existan las condiciones que garanticen el acceso universal a los tratamientos necesarios en crisis como con el COVID-19.
14. Transmitir mensajes a la ciudadanía que desactiven los prejuicios racistas que se han vertido hacia la población china y gitana, culpándolas de las consecuencias de esta crisis.
15. Mejorar la salud ambiental. La contaminación química, la mala calidad del aire o la contaminación del agua, además de provocar una gran cantidad de muertes prematuras al año, merman la salud de la población y nos hacen más vulnerables a infecciones como la que supone el COVID-19. Por ello, se debe dar prioridad a actuaciones que mejoren en binomio salud y medio ambiente en todas las políticas públicas. Es fundamental, por ejemplo, que la administración pública tome medidas para evitar que se utilicen sustancias tóxicas en las tareas de desinfección de instalaciones sanitarias, edificios y transporte, así como que se extremen las precauciones para proteger la salud de las personas que trabajan en las tareas de desinfección.
16. Mejorar la biodiversidad como una forma de incrementar la resiliencia de los ecosistemas (y con ello de nuestras sociedades), de los que formamos parte, ante infecciones y plagas, que con las dinámicas de la globalización y del cambio climático están siendo cada vez más frecuentes e intensas.
17. Localizar la economía. Fomentar sistemas económicos de cercanía que permitan que la población pueda satisfacer sus necesidades. Si algo muestra el modelo económico actual es una enorme debilidad por su capacidad para globalizar las crisis.
18. Tener presente que hay situaciones, como la emergencia climática, que generan tanto sufrimiento como el coronavirus y que merecen medidas igual de drásticas. Las medidas adoptadas deben llevarnos a cuestionar que también es necesario actuar drásticamente para realizar una transición ecológica justa y evitar males mayores y que hay mucha población empobrecida en el planeta que padece muertes evitables.
19. A modo de deseo, pero sobre todo de necesidad: cambiar el sistema. El coronavirus también pone de manifiesto la escasa resiliencia y la gran fragilidad de nuestros sistemas económicos, basados en el lucro y el consumo de recursos continuo. Un modelo que cuando “crece” genera gran cantidad de problemas: contaminación, contribución al cambio climático, pérdida de biodiversidad, injusto reparto de la riqueza y morbilidad y mortalidad ambiental y laboral. Cuando está en crisis, mejoran los índices ambientales, pero genera aún más pánico y desigualdad. La consecuencia es clara: es un modelo que ataca la vida. Ante ello no queda otra opción que poner la vida en el centro y dejar el lucro de lado.
Haciéndose eco de estas propuestas, Ecologistas en Acción va a poner en marcha sus propias medidas para colaborar a que no se extienda el virus. La apuesta por el teletrabajo y reuniones virtuales, así como la cancelación de gran cantidad de actos públicos, son parte de ellas. Se trata de un compromiso personal y colectivo de coherencia y responsabilidad social que se suman a otros ya practicados para combatir la crisis socioambiental: reducir el consumo, adquirir productos agroecológicos, utilizar el transporte público más sostenible en cada caso o participar de la economía social y solidaria.
Por último, la organización ecologista quiere mostrar su más profundo agradecimiento al personal sanitario por su encomiable trabajo. También a profesionales del sector educativo y de todos los servicios que nos permiten seguir viviendo en condiciones dignas. Agradecimiento, por último, a la ciudadanía, que de manera responsable está aportando su granito de arena para que esta crisis se resuelva.